Dice el psicólogo Jordan B. Peterson que las personas para ser buenas, tenemos que aceptar nuestra parte rebelde, oscura.
En otras palabras, para ser bueno, tienes que ser capaz de ser malo. Poder elegir. Porque si eres bueno, porque no te queda más remedio, no eres bueno. Simplemente, no tienes capacidad de elección. No eres libre.
Lo siento si este enunciado te ofende.
El cerebro buscará siempre la coherencia. Evitará conflictos que puedan ponerle en peligro. Sea físico o social. Por eso cuando vivimos una experiencia dolorosa o potencialmente dolorosa, nuestras conductas son de evitación. ¿Qué evitamos? Producirnos más daño, padecer dolor, sufrimiento, vergüenza.
Lo mismo pasa con nuestras creencias y conductas. Las cuáles han sido construidas, para poder vagar por el mundo, y ver con quien podemos formar comunidad. No obstante, aunque puedan estar bien vistas socialmente, parecer coherentes. Algunas no lo son.
Debes conocer que en función del contexto y el estado evaluativo inminente o a futuro, el cerebro acepta, descarta o aplaza. Ahora sí, ahora no, quizá para después. No es todo o nada. Recuerda el CONTEXTO IMPORTA.
Mi organismo puede querer ejecutar una acción, por ejemplo, tirarse un pedo en público, pero yo que dependo en cierto modo de la aprobación social, lo reprimo. Me lo aguanto. ¿Es correcto? Pues según mis memorias, y aprendizaje social, si. Para mis entrañas no.
¿Qué pasa cuando tenemos dolor? ¿Reposo? ¿Evitación? ¿Medicación para el dolor? ¿Medidas preventivas? ¿Hacemos caso de la información experta? ¿Seguimos a rajatabla todas las indicaciones? ¿Ponemos todas nuestras expectativas en la terapia? ¿En un método? ¿En el suplemento de moda?
Pues si tienes daño, mejor que hagas ciertas cosas. No te pases de valiente. Minimiza el daño.
Aunque recuerda; que duela, maree, pinche, se hinche, te canse, no significa que haya daño. Ni las etiquetas de moda (sensibilización central) (inflamación de bajo grado) lo explican.
¿Y cuando no hay daño?
REBÉLATE “HSOTIA”. NO SEAS BUENO/A.
