Según Lisa Feldman Barrett, el esencialismo es una visión errónea y simplista que sostiene que las emociones, y en general, los fenómenos psicológicos u objetos, tienen una esencia fija e innata. En su trabajo, Barrett desafía esta perspectiva esencialista, especialmente en el contexto de las emociones.
Esencialismo y emociones
El esencialismo en este contexto se refiere a la creencia de que las emociones son entidades discretas y universales, que tienen una naturaleza fija y que son «programadas» biológicamente en nuestro cerebro de la misma manera en todas las personas. Según esta perspectiva, las emociones serían automáticas, fácilmente reconocibles, y estarían vinculadas a patrones específicos de actividad cerebral.
Barrett critica este enfoque y argumenta que las emociones no tienen una esencia biológica fija o universal. En su teoría de la construcción de las emociones, Barrett sostiene que las emociones son construcciones contextuales que surgen de la interacción entre el cerebro, el cuerpo y el entorno. En lugar de tener una esencia innata, las emociones son experiencias creadas por el cerebro en función de las percepciones, creencias, contexto social y las sensaciones corporales del individuo.
La intuición nos dice que sentimos emociones de forma automática, sin tener que esforzarnos, y que surgen de nuestra parte más primitiva del cerebro. También creemos que podemos adivinar las emociones que sienten los demás, con gran acierto, viendo sus caras, sus cejas, la boca, reconociendo el tono de voz y la postura corporal. Por eso creemos que la naturaleza nos ha hecho con esta cualidad innata. Pero esta conclusión es muy discutible. Millones de personas en este planeta, reconocen a Leo Messi o Cristiano Ronaldo, pero eso no significa que nuestros cerebros hayan sido cableados de serie para eso.
El esencialismo aporta explicaciones simples y lineales para asuntos un pelín más complejos.
Crítica al esencialismo emocional
Barrett basa su crítica en estudios que muestran que no hay patrones cerebrales o fisiológicos únicos que correspondan a emociones específicas. Esto significa que no existe un «patrón universal» en el cerebro para la ira, la tristeza o la felicidad, como sugiere el esencialismo. En cambio, el cerebro construye estas emociones en función de experiencias previas y el contexto actual, lo que refuerza la idea de que las emociones son más flexibles y contextualmente variables de lo que el esencialismo sugiere.
Un «caso» de miedo se puede expresar de muchas maneras. Una persona puede notar que su frente se moja de sudor, sus manos, puede sentir el latido de su corazón más rápido y fuerte, puede sufrir un desmayo, o incluso ponerse violenta. Puede notar todos esos signos y síntomas, o alguno de ellos, ante un mismo caso.
Conclusión
En resumen, para Lisa Feldman Barrett, el esencialismo es una forma incorrecta de entender las emociones, ya que asume que son fenómenos universales e innatos. En su lugar, Lisa B, propone una visión más dinámica, en la que las emociones son construidas por el cerebro a partir de múltiples factores, incluyendo la historia personal, las sensaciones corporales y el contexto social.
Si te interesa el tema de las emociones y la teoría de Lisa Feldman, puedes entrar en este otro artículo.
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