Mitos sobre el eje intestino-cerebro

eje intestino cerebro

El eje intestino-cerebro es una compleja red de comunicación bidireccional entre el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso central. Esta conexión permite que el intestino y el cerebro compartan información a través de una serie de vías biológicas, incluyendo señales nerviosas, hormonales e inmunológicas. Esta comunicación es crucial para mantener la homeostasis y la salud general del organismo.

La importancia del eje intestino-cerebro radica en su influencia sobre una amplia gama de funciones. Para que el organismo funcione adecuadamente, se ha de poder adaptar al contexto lo mejor posible, y para ello es fundamental que la comunicación entre los sistemas sea fluida Y el sistema digestivo y el sistema nervioso no son una excepción. 

Cualquier problema en uno o varios sistemas, puede provocar cambios no deseados en la digestión, e incluso en el comportamiento del individuo. Sin embargo hay ciertos mitos que deben matizarse. A continuación expongo algunos. 

estrés y sistema digestivo

Mitos sobre el eje intestino-cerebro

En los últimos años, el concepto del «eje intestino-cerebro» ha captado la atención tanto de la comunidad científica como la del público general. Este eje describe la compleja comunicación bidireccional entre el sistema digestivo y el cerebro, mediada por el sistema nervioso central, el sistema nervioso entérico y también entre una serie de neurotransmisores y hormonas. 

Aunque la investigación sobre este tema ha avanzado considerablemente, también ha dado lugar a varios mitos y malentendidos. En este artículo, desmentiremos algunos de los mitos más comunes sobre el eje intestino-cerebro y ofreceremos una visión más clara basada en la evidencia científica actual.

1- El intestino es el "segundo cerebro"

Uno de los mitos más populares es la idea de que el intestino es un «segundo cerebro» que puede pensar o tomar decisiones de manera independiente. En realidad, el sistema nervioso entérico, a menudo llamado el «segundo cerebro», tiene una red de neuronas que regula las funciones digestivas, pero no posee capacidades cognitivas o de pensamiento como el cerebro. Su papel es más bien gestionar la motilidad intestinal, la secreción de enzimas y la comunicación con el cerebro central para coordinar las respuestas digestivas.

Esta creencia está retroalimentada porque una gran parte de la serotonina «hormona del bienestar» la podemos encontrar en el intestino. Sin embargo, hay que saber que la serotonina que se encuentra en el sistema gastrointestinal, no puede superar la barrera hemato-encefálica, por lo tanto, no accede al encéfalo (cerebro). Es decir, no influye en las áreas de nivel superior relacionadas con los pensamientos, emociones y estados de ánimo. La serotonina que podemos encontrar en nuestras vísceras abdominales influye en otros procesos. 

2- Un desequilibrio en la microbiota causa problemas mentales

La microbiota intestinal, la colección de bacterias y otros microorganismos que viven en el intestino, juega un papel crucial en la salud general, y eso si influye en el estado de ánimo. Sin embargo, no todas las alteraciones en la microbiota se traducen directamente en problemas mentales. Aunque hay evidencia que sugiere una correlación entre un desequilibrio en la microbiota y trastornos como la ansiedad y la depresión, estos efectos son complejos y multifactoriales. Además, hay que recordar que una correlación no es igual a algo causal. Los trastornos del ánimo pueden surgir de una interacción de factores genéticos, ambientales, biológicos y patológicos, no exclusivamente de la microbiota intestinal.

3- Cambios en la dieta ayudan en problemas de salud mental

Otro mito común, es que, se cree que ajustar la dieta puede solucionar rápidamente un problema de salud mental. Aunque la dieta desempeña un papel significativo en la salud general, los efectos de los cambios dietéticos son generalmente graduales y globales. Las investigaciones sugieren que una dieta equilibrada, rica en fibra y probióticos, puede contribuir al bienestar mental a largo plazo, pero no sustituye el tratamiento profesional para trastornos mentales graves. La relación entre dieta y salud mental es una pieza del rompecabezas, no una solución milagrosa.

4- El eje intestino-cerebro sólo influye en el sistema intestinal

Es fácil pensar que el eje intestino-cerebro solo tiene relevancia para problemas digestivos, pero esto no es cierto. La comunicación entre el intestino y el cerebro influye en una amplia gama de funciones inmunes también. Es sabido que cuando el organismo experimenta una respuesta neuroinmune, el comportamiento del individuo puede verse afectado obviamente. 

5- Los probióticos mejoran la salud mental

Los probióticos, suplementos que contienen bacterias beneficiosas, son frecuentemente promocionados como un complemento para problemas de salud mental debido a su impacto en la microbiota intestinal. Aunque algunos estudios sugieren beneficios potenciales, la evidencia no es concluyente y los efectos pueden variar ampliamente entre individuos. No todos los probióticos son iguales, y lo que funciona para una persona puede no ser efectivo para otra. Además, cabe decir que los suplementos no deben reemplazar la implementación de otros tratamientos y hábitos saludables. 

6- La microbiota intestinal está detrás del dolor crónico

Aunque hayan estudios como el meta-análisis publicado en Frontiers in Neurology, que correlacionó la disbiosis intestinal con el dolor crónico, y propusieran que el abordaje del dolor crónico, debería incluir el tratamiento de la disbiosis como parte estratégica terapéutica. No queda lo suficientemente explicado, como leerás al final. 

Otros estudios realizados con pacientes diagnosticados con fibromialgia, también lo correlacionan. Un artículo basado en un estudio y publicado en el portal Intramed, encontró diferencias significativas en la microbiota de personas con fibromialgia en comparación con individuos que no fueron diagnosticados con tal condición, indicando que ciertas especies bacterianas están presentes en cantidades diferentes en aquellos con fibromialgia. Abriéndose a la hipótesis que esta alteración podría influir en la severidad de los síntomas, como el dolor y la fatiga 

Aunque se sigue investigando, y las evidencias son prometedoras y apoyan una conexión entre la disbiosis intestinal y el dolor crónico, se necesitan más estudios para determinar si estas alteraciones bacterianas son una causa directa del dolor o simplemente un marcador de la condición presente en el individuo. 

Conclusión

El eje intestino-cerebro es un área de investigación fascinante y en evolución, que ofrece perspectivas valiosas sobre cómo el sistema digestivo y el cerebro están interconectados. Sin embargo, es importante abordar este tema con una comprensión clara y basada en la  evidencia básica para evitar malentendidos y expectativas poco realistas en lo referente también al dolor crónico. La ciencia continúa desentrañando muchos misterios, y mantenerse informado es clave para aprovechar los beneficios potenciales de este conocimiento.

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