El Homúnculo de Penfield, es un área cerebral que recibe su nombre en honor a su descubridor. En ella, se representa nuestro cuerpo virtual.
Resulta que el señor Wilder Penfield mientras operaba a un paciente, allá por la década de los 50, se dio cuenta que si le introducía un electrodo en el cerebro y generaba una ligera descarga eléctrica, a la altura del hueso temporal, es decir, por encima de la oreja, el paciente tenía la misma sensación que cuando le tocaban la mano. Si estimulaba un punto cercano, la sensación cambiaba a otra parte del cuerpo cercana. Cada punto en el cerebro representaba una parte distinta.
También pudo comprobar que las partes contiguas del cuerpo, coincidía con otras cercanas en el cerebro. La mano estaba representada cerca del codo, y el codo del hombro. Estaba descubriendo el mapa del cuerpo en el cerebro.
Tenemos un cuerpo físico (palpable y observable), y otro virtual (imaginado).
Para el organismo el pie derecho y el pie izquierdo tienen diferentes intrahistorias. Y él se encarga de construir la narrativa que corresponda.
-Sí, en el pie derecho tuve 3 esguinces “mal curados”.
-En la lumbar, me dijeron que tenía mucha artrosis, y por eso me duele.
-Hace 3 años me vieron una hernia en la cervical, de vez en cuando tengo dolor, como si tuviera un nervio o algo pinzado.
Cualquier narrativa externa (la que me cuentan) o interna (la que me cuento) genera expectativas.
Claro que si te hubieran explicado que no existen los esguinces mal curados, que la artrosis no tiene porque generarte dolor, y que prácticamente el 80% de las hernias se reabsorben solas en tres meses…
La narrativa interna sería muy distinta.
Ambos hemisferios del cuerpo (derecho e izquierdo) también son distintos para tu organismo. Tienen narrativas distintas. Aunque hay culturas o disciplinas terapéuticas que vinculan cada lado con un género (masculino y femenino). Creencias.
Las creencias y expectativas promueven discursos, relatos y conductas. A veces, coherentes, otras incoherente y/o bastante limitantes.
Cuando sufrimos un daño consumado, el organismo/cerebro centra su atención sobre la zona en cuestión. También si el daño es inminente (más vale prevenir que curar). Pero ojito con la prevención excesiva.
Para el organismo, una zona que ha sido intervenida quirúrgicamente, fácilmente podrá considerarla «digna» de vigilancia y prevención minuciosa. Lo mismo que una zona que ha sido evaluada y considerada vulnerable en tiempos pasados. El cerebro se tomará “las molestias” para tenerla sometida a observación y vigilancia previa, durante y post acción.
Si la observación llevada a cabo por el cerebro es evaluada como amenazante, podrá proyectarse en la consciencia el sentimiento perceptivo de dolor. Dependerá de si la amenaza supera el umbral de tolerancia del organismo.
Si aparece dolor, obviamente el individuo tomará cartas en el asunto. Apoyando o desmintiendo la evaluación. Dependerá de la información que maneje en esos momentos. No faltará la vecina para apoyar o desmentir las hipótesis. – “Si te duele algo hay”.
Claro que no vamos a culpar siempre a los mismos vecinos, cuñados, expertos en salud y bienestar.
No, bueno, no sé…
Un saludo