Los cerebros aprenden a hacer correlaciones para viajar por el mundo prestando atención sólo a lo que considera relevante, según el lugar y el contexto. El mecanismo que utiliza para hacer esas correlaciones es la neuroplasticidad.
Suele codificar (grabar) aquellos sucesos que ocurren simultáneamente en el momento, como supermercado y abastecimiento de comida, o farmacia y medicamentos. De este modo, quedan asociados los escenarios con los contextos en el tejido neuronal.
Para el contexto de la clínica, terapia manual y alivio del dolor, o en personas con dolor lumbar, doblar la espalda y dolor. En ocasiones la resistencia al cambio también es positiva, sobre todo para no aprender lo que no nos ayuda. El cerebro se resiste a los acontecimientos que no tienen correlación, como por ejemplo el sonido de una sirena con la presencia de un perro. Aunque escuchemos una sirena y al mismo tiempo veamos un perro, sabemos que el sonido no procede del animal.
Todo aquello que conserve nuestra integridad, se codifica rápido en la red. De niños, hemos aprendido que acercar la mano a un fogón caliente, es potencialmente dañino para nuestra integridad. Por lo tanto, en condiciones normales, esa información queda grabada para el resto de nuestros días desde el primer momento que aprendimos que el fogón caliente, podía ser una amenaza.
Para que la información quede codificada (grabada) en la red, se han de liberar sustancias químicas (neuromoduladores). Esta liberación permiten los cambios en momentos y escenarios concretos. Pues ir a visitar a mis abuelos, que me “malcriaban” todo lo que podían y más, estaba codificado en mi red como algo potencialmente bueno. Luego en cada visita, eso se reforzaba.
Un neuromodulador importante es la acetilcolina. Las neuronas que liberan acetilcolina obedecen a las evaluaciones de recompensa y castigo. Estas neuronas se activan en el aprendizaje de una tarea nueva, no cuando la tarea está codficada (aprendida). La presencia de acetilcolina en el cerebro promueve el cambio, pero no clarifica cómo cambiar. Es decir, cuando un grupo de neuronas colinérgicas (las que liberan acetilcolina) se encuentran activas, se incrementa la plasticidad neuronal. En otras palabras, el cambio.
Imagine que va al gimnasio, y le dan una rutina de entrenamiento nueva. Y cada vez que entrena, recibe el reconocimiento de su entrenador y amigo/a especial. El entrenamiento cobra un cierto sentido positivo, deja de ser una tortura para usted. Entonces, repite y repite, no falla, cada semana acude al gimnasio más motivado, porque ya empieza a ver resultados físicos y mentales.
En esa situación, ciertas áreas del cerebro empiezan a expandirse, a cambiar estructural y fisiológicamente. Su cerebro dedica más territorio del bosque neuronal a repetir el hábito de ir al gimnasio porque percibe una recompensa y eso le indica que debe ser importante.
Ahora cambiemos el contexto, va al gimnasio, y no recibe ningún premio, tampoco reconocimiento por parte de su amigo/a. Entonces, el cerebro no evalúa recompensa (reconocimiento externo) y libera mucha menor cantidad de acetilcolina, (porque tampoco está aprendiendo nada nuevo) por lo tanto, no codifica la acción porque no recibe el premio.
El cerebro es resultadista. Si no percibe una recompensa por ir al gimnasio, quizá evalúe erróneamente la recompensa no yendo. Ya sabes por su costumbre de ahorrar recursos energéticos. Sepamos que los cambios en el bosque neuronal coinciden con nuestras conductas y también con el sentido. Las acciones han de tener un significado para que las neuronas colinérgicas liberen acetilcolina. Por eso, repetir una acción sin una percepción de esfuerzo positivo, no sirve de mucho, por no decir de nada.
Hasta aquí hemos hablado que para que la plasticidad se active, se precisa la liberación de acetilcolina, pero para que el cerebro sepa la dirección se necesita la participación de otro neuromodulador, la dopamina. Este mensajero codifica también el castigo y la recompensa. A mayor sentimiento de recompensa, mayor dopamina se libera en el cerebro.
Hola, Soy Marc Vives
Me dedico a mejorar el estado corporal y de bienestar de las personas que acuden a mi estudio Henko Osteopatía en Tarragona.
Utilizo la Osteopatía Integrativa y la terapia manual, junto con mi pasión por el estudio y conocimiento de la Neurociencia.
No te irás de mi estudio, sin que intente que aprendas algo sobre tu organismo.
Después, si lo deseas podremos continuar manteniendo el contacto para aclarar dudas y seguir progresando.
Un abrazo.