
Como ya expliqué en el post (Neuroplasticidad y dolor), el cerebro cambia en función de la experiencia, como por ejemplo, sufrir una lesión o el padecimiento de dolor. El dolor es una experiencia sensorial desagradable, y puede generar cambios en la circuitería neuronal. Los circuitos neuronales se modifican para adaptarse a las demandas del aprendizaje y la experiencia.
¿Qué sucede tras una lesión?
Cuando sufrimos una lesión en alguna extremidad, el cerebro organiza una respuesta protectora para minimizar el daño sufrido. Podemos experimentar dolor agudo. En ese contexto, el organismo suele recurrir a la inhibición motora. Es decir, nos impide que movamos la parte afectada, solución lógica, por lo menos, a corto plazo mientras se reparan los daños o lesiones.
Si el organismo se puede adaptar a la situación, no ocurrirá nada especial. Cuando se reparen los daños, todo volverá a la «normalidad funcional».
En cambio, si no logra adaptarse, puede aparecer el dolor persistente, y es cuando nos puede generar problemas
¿Qué cambios se producen en la red, en el dolor persistente?
Los cambios consisten generalmente en producir una disminución de la excitabilidad cortico-espinal (entre la corteza y la médula espinal). Implica que las neuronas que se encuentran en la corteza motora primaria (M1) (región del cerebro fundamental para el movimiento), y las que viajan por la médula espinal para finalmente conectar con los músculos, pierden su capacidad para activarse (hablarse) entre ellas., disminuyendo la capacidad de transmisión de impulsos nerviosos.
Y en niveles intracorticales (dentro de la corteza cerebral), en términos generales se produce una disminución de la inhibición intracortical. Este mecanismo se encarga de modular la actividad de las neuronas piramidales (tronco cortico-espinal), que son fundamentales para la ejecución de las órdenes motoras (movimiento).
Piensa en los frenos de un coche. Qué pasa si circulamos con un coche sin frenos, pues que corremos un gran riesgo de tener un accidente. En otras palabras, la amenaza de sufrir una nueva lesión aumenta.
¿Y qué nos puede suceder?
Podemos observar cambios en la forma de movernos. Que por lo general, será menos precisa, eficiente, y con menos libertad. La persona puede expresar sentir rigidez, dificultad para generar fuerza, fatiga prematura y quizá dolor.
En la práctica clínica
Uno de los mayores errores en la práctica terapéutica, es ignorar esos cambios neuroplásticos. El movimiento no depende sólo del músculo, o de estructuras pasivas, aunque estas sean importantes sí, aunque no son suficientes para readaptar a la persona. Los entrenamientos de fuerza convencionales pueden provocar cambios adaptativos en el tejido. Sin embargo, para recuperar la “normalidad” , no debemos olvidar que el sistema nervioso central (médula y cerebro) juegan un papel vital.
Muchas personas sufren de dolor de larga duración en zonas corporales (rodillas, caderas, hombros, espalda) dónde en realidad el tejido ya se ha reparado, a pesar que presenten cambios histológicos, como es normal, pero siguen teniendo dolor incapacitante y persistente.
Conclusión
El sistema nervioso central no es un mero intermediario entre la intención y el músculo. Es el director de orquesta del movimiento, y también el que trata de adaptarse para proteger al organismo. Por lo tanto, reconocer y abordar los cambios neuroplásticos que ocurren en el dolor persistente (sin daño) es fundamental. El músculo importa, sí, pero sin el cerebro como aliado, el cambio será limitado.

Hola, Soy Marc Vives
Me dedico a mejorar el estado corporal y de bienestar de las personas que acuden a mi estudio Henko Osteopatía en Tarragona.
Utilizo la Osteopatía Integrativa y la terapia manual, junto con mi pasión por el estudio y conocimiento de la Neurociencia.
No te irás de mi estudio, sin que intente que aprendas algo sobre tu organismo.
Después, si lo deseas podremos continuar manteniendo el contacto para aclarar dudas y seguir progresando.
Un abrazo.