El dolor, el malestar, nos hace buscar ayuda, apoyo y protección.
Sin que nadie nos enseñe, cuando somos bebés y nos sentimos amenazados por el hambre, frío, calor, excreción, pedimos ayuda a través de la queja. Es un mecanismo de supervivencia.
Cuando somos adultos, a través de la queja, le hacemos saber a los demás que nos sentimos mal y necesitamos su ayuda. Buscamos alivio. Es un comportamiento completamente humano.
Entonces, con la queja podemos obtener un cierto beneficio en forma cuidados y compasión por parte de otros. Pueden ser amistades, familia, o profesionales.
No estoy señalando, sigue leyendo…
Si una persona percibe dolor, y pide ayuda, se entiende que desea liberarse de él. Es lo que racionalmente con nuestra corteza prefrontal actuando bien podemos concluir.
Sin embargo, hay que tener cuidado con los excesos. La queja produce más queja, y más amargura a largo plazo. No lo digo yo, sino un fenómeno neurocientífico conocido.
Con la queja aumenta nuestro estado de alerta. Por supuesto, no hay problema si la queja es coherente. Fuego=ALERTA + GRITO + HUIDA +AYUDA
También soy consciente que el miedo, puede inhibir gran parte de la actividad en el área prefrontal (la que contiene circuitos que nos permiten ser autoconscientes de lo que pensamos, creemos y hacemos)
¿Qué quiero decir?
Pues que en momentos de miedo, amenaza, incertidumbre, nuestras percepciones no pasan por el filtro racional consciente.
Sigo,
Respecto al punto anterior, hace tiempo tuve una conversación profunda con una persona (que se quejaba mucho) y tras mucha reflexión me reconoció, sentirse mejor cuando recibía cuidados, visitas y atención de sus hijos. Algo muy normal y humano.
Quizá ese contexto, le otorgaba cierto sentido de seguridad y menor amenaza.
Es una persona mayor, que tiene una experiencia, y un contexto.
¿Podemos señalarle, culparle?
NO.
Podemos hacer preguntas y explicarle las rarezas de la biología para que se comprenda y tome consciencia.
Un abrazo.