El organismo es quién construye las creencias. Y el individuo es espectador y fan de las mismas. Las creencias dan sentido a la experiencia e identidad.
Una creencia neuronalmente hablando, es un patrón de conectividad. Las neuronas, unas con otras, van formando conexiones neuronales que se expanden por diferentes circuitos, y estas conexiones se encuentran potenciadas (de fácil repetición).
Las creencias promueven respuestas conductuales reflejas y automáticas. Contribuyendo a la activación de programas motores, emocionales, perceptivos, inmunes y hormonales.
Existen creencias que se anticipan a los eventos. Algunas de ellas son capaces de activar programas que suponen un alto coste para el organismo y poco o ningún beneficio. Son creencias potencialmente peligrosas para el estado basal actual y futuro.
-“El cambio hormonal (menstruación) puede generar dolor de cabeza. Sentarse encorvado puede generar dolor de espalda, de forma crónica. La migraña es una enfermedad misteriosa que se hereda genéticamente”.
La cultura experta y popular, recomienda adoptar conductas de prevención de síntomas. Y por supuesto, identificación de los desencadenantes (el estrés, el vino, gluten, el sol, cambio de tiempo, mala circulación, un cambio hormonal, etc). Todo vale si hay que explicar algo.
Las creencias más arraigadas, las promovidas por la cultura, se aferran a la vida. Es decir, a no ser reemplazadas por otras. Toda información que atente a las creencias, es interpretada, como una amenaza por el cerebro. Pese a que sea capaz de reorganizarse y cambiar ciertos patrones de conectividad (creencias).
“YO SOY REBELDE (O SUMISO) PORQUE MI ORGANISMO ME HA HECHO ASÍ”.
-Pues venga voy a cambiar mis creencias.
No es un proceso sencillo, ni rápido. Un terreno (patrón) puede tener zonas endurecidas y poca tierra fértil. Sin embargo, cuanto antes empieces a regarlo (con nuevo conocimiento) y a remover un poco la tierra (a trabajarlo), antes podrás reconducir el recorrido del agua (rutas neuronales) y cambiar la forma del terreno (patrón).
Eso sí, el trabajo supone constancia y repetición. Hasta los días que hace mucho frío o calor (vuelvan los síntomas) tendrás que seguir arando la tierra.
La convicción de enfermedad permanente (sin que exista) promueve la repetición de programas defensivos con un alto coste, para la libertad del individuo. Estando sano se siente enfermo. La supuesta enfermedad, se hace real por una creencia errónea. (LONG COVI(D)IANOS) O PADECEDORES DE DOLOR POR MALA PRAXIS POSTURAL, Y MIL Y UNA NOCHE MÁS)
Un saludo.